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MASCOTAS

Consejos clínicos veterinarios sobre enfermedades oculares comunes en perros

Veterinarios de pequeños animales comparten resúmenes y consejos clínicos sobre diez afecciones oculares comunes en los perros

Resúmenes y consejos clínicos sobre 10 afecciones oculares comunes en perros.
Resúmenes y consejos clínicos sobre 10 afecciones oculares comunes en perros.

Consejos clínicos veterinarios sobre enfermedades oculares comunes en perros

Veterinarios de pequeños animales comparten resúmenes y consejos clínicos sobre diez afecciones oculares comunes en los perros

Alfonso Neira de Urbina - 16-01-2024 - 15:00 H - min.

La Asociación Británica de Veterinarios de Pequeños Animales (BSAVA) ha difundido un texto para facilitar ponerse al día sobre algunas de las afecciones oftalmológicas más comunes en perros. Esta nueva información, elaborada por Mike Rhodes, presidente de la Asociación Británica de Oftalmólogos Veterinarios, incluye resúmenes y consejos clínicos sobre diez enfermedades oculares en perros bastante habituales.

En primer lugar, el veterinario explica el entropión. Así, define esta afección como la “la inversión del párpado o párpados, que provoca el contacto de los pelos del párpado con la superficie ocular, lo que conduce a la irritación y la enfermedad corneal”.

Tal y como señala, los signos clínicos incluyen blefaroespasmo, ulceración corneal y queratitis (donde los pelos del párpado entran en contacto con la superficie ocular), aumento de la producción de lágrimas, epífora y humectación periocular, aumento de la frecuencia de parpadeo y autotraumatismo. Las opciones de tratamiento incluyen suturas temporales para fijar los párpados y corrección quirúrgica permanente.

En lo referente a esta enfermedad, su consejo clínico es evaluar siempre al perro con la cabeza baja cuando se compruebe la conformación de los párpados. “Algunas formas de entropión sólo se hacen evidentes cuando se baja la cabeza”, subraya.

La segunda afección común que aborda el veterinario es la distiquiasis. “Se trata de una afección en la que se originan pestañas adicionales a lo largo del margen del párpado dentro de las aberturas de las glándulas de Meibomio o adyacentes a ellas”, señala.

Los signos clínicos (normalmente observados en perros jóvenes aumento de la producción de lágrimas y epífora, aumento de la frecuencia de parpadeo y queratitis ulcerativa (la posición de la úlcera se corresponde con la localización de la distiquia).

Rhodes defiende que no existe un tratamiento que sea 100% eficaz para resolver la distiquiasis, pero las opciones son la escisión en cuña del párpado, el electrocauterio térmico transconjuntival, la crioterapia, la electrólisis y la cirugía con bisturí.

Su consejo clínico es que la aplicación de fluoresceína tópica (I-DEW FLO, Fluorescein Sodium Ophthalmic Strip) puede ayudar a delimitar la presencia de la distiquiasis.

A continuación, el oftalmólogo veterinario ahonda en los cilios ectópicos. Estos cilios emergen a través de la conjuntiva palpebral cerca del borde del párpado y se dirigen perpendicularmente a la superficie corneal.

Los signos clínicos (una vez erupcionados, los cilios ectópicos casi siempre provocan signos clínicos) son blefaroespasmo, aumento de la producción de lágrimas y epífora, aumento de la frecuencia de parpadeo y queratitis ulcerativa (la posición de la úlcera se corresponde con la localización del cilio ectópico, normalmente en el centro del párpado superior), determina Rhodes, quien apunta que el tratamiento consiste en la extirpación quirúrgica.

En este caso, su consejo clínico es recordar que, si se presenta una úlcera corneal de tipo indolente en un perro joven (

CONJUNTIVITIS Y ENFERMEDAD DEL OJO SECO

La conjuntivitis, según explica el oftalmólogo veterinario, es otra de las enfermedades comunes. Se trata de “una afección relativamente frecuente y suele ser secundaria a otros procesos patológicos oculares o sistémicos en perros”.

Los signos clínicos de la conjuntivitis son hiperemia conjuntival, quemosis, hinchazón/engrosamiento conjuntival, formación de folículos conjuntivales (casos crónicos) y secreción ocular (mucoide, mucopurulenta, hemorrágica).

El tratamiento consiste en abordar y tratar la causa subyacente. “En casos de entropión, ectropión, triquiasis y agenesia de párpados, está justificada la intervención quirúrgica; si se debe a una deficiencia subyacente de la película lagrimal, debe considerarse la terapia lacrimógena y/o lacrimomimética tópica; la conjuntivitis folicular puede responder bien a los estabilizadores tópicos de mastocitos, por ejemplo, la olopatadina (Opatanol)”, subraya.

El consejo clínico de Rhodes es que puede aplicarse al ojo una solución tópica de fenilefrina (mínimo clorhidrato de fenilefrina al 2,5%) en el ojo para diferenciar la hiperemia conjuntival, es decir, la conjuntivitis, de una inflamación más profunda/intraocular, por ejemplo, epiescleritis/uveítis. En el primero, la hiperemia palidece muy rápidamente (

La siguiente afección que analiza es la queratoconjuntivitis seca (KCS), también conocida como enfermedad del ojo seco. “Esta enfermedad clínica común surge como resultado de una deficiencia del componente acuoso de la película lagrimal y se caracteriza por la desecación de la conjuntiva y la córnea”, define el veterinario.

Los signos clínicos son blefaroespasmo, hiperemia conjuntival, secreción ocular mucopurulenta tenaz, aspecto lacio-lustre de la superficie corneal, neovascularización corneal, pigmentación corneal y ulceración corneal progresiva. Las opciones de tratamiento son los lacrimoestimulantes, los lacrimomiméticos, los antibióticos y la intervención quirúrgica.

Hay que recordar en este punto, aunque Rhodes no lo menciona, que junto al tratamiento con humectantes y lubricantes oculares tópicos se puede optar, además, por la administración oral de un suplemento alimentario.

En este ámbito, María Simó y Francisco Simó, del Instituto Veterinario Oftalmológico IVO, llevaron a cabo una recopilación de casos clínicos en las que detectaron una mejoría sintomática y de los resultados de las pruebas oftalmológicas realizadas a los dos meses en animales que habían recibido el suplemento Lacrimalis de Dr+Vet durante su tratamiento de la queratoconjuntivitis seca.

El consejo del oftalmólogo veterinario sobre la queratoconjuntivitis es que, en un caso grave/absoluto de KCS unilateral en un perro con o sin sequedad nasal ipsilateral, hay que considerar una causa neurogénica.

ULCERACIÓN CORNEAL Y UVEÍTIS

Rhodes también analiza la ulceración corneal, concretamente el caso de las úlceras superficiales indolentes con defectos epiteliales corneales crónicos superficiales (SCCED).

“Estos tipos de úlcera suelen persistir durante más de 2 semanas y se caracterizan por bordes epiteliales sueltos y no adherentes. Ciertas razas son más propensas a sufrir una SCCED y estas lesiones sólo pueden aparecer en perros mayores de 5 años”, apunta.

Los signos clínicos son úlcera corneal superficial con bordes epiteliales sueltos y no adherentes, blefaroespasmo, hiperemia conjuntival, secreción ocular (serosa, mucoide, mucopurulenta) y neovascularización corneal.

Es poco probable que el tratamiento médico por sí solo tenga éxito. En su lugar, el tratamiento está dirigido a interrumpir la capa anormal dentro del estroma anterior para permitir la adhesión epitelial al estroma, incluyendo el desbridamiento solo, el desbridamiento y la queratotomía (rejilla o punteada), el desbridamiento con fresa de diamante (Algerbrush II) o la queratectomía superficial”, defiende el veterinario. 

En este caso, su consejo clínico es que, como estos tipos de úlcera sólo pueden aparecer en perros de mediana edad a mayores (>5 años), si se detecta un perro joven con una úlcera que no cicatriza, tiene que haber otra causa, por ejemplo, una anomalía anexial (cilio ectópico).

La siguiente afección es también una ulceración corneal, concretamente una úlcera corneal progresiva. Estos tipos de úlcera, analiza el veterinario, progresan de ser superficiales a afectar a las capas más profundas del estroma corneal. Además, una mayor progresión puede dar lugar a la exposición de la membrana de Descemet, lo que conduce a un descemetocele y a la posterior rotura de la córnea.

Los signos clínicos en este caso son úlcera corneal más profunda, patrón de tinción "halo" o "intensivo" de fluoresceína, blefaroespasmo (cada vez menos grave), hiperemia conjuntival, secreción ocular (mucopurulenta), neovascularización corneal y uveítis anterior refleja. Las opciones de tratamiento son anticolagenasas, antibióticos e intervención quirúrgica. 

A medida que la úlcera se hace más profunda, el ojo suele parecer mejorar al propietario debido a la escasez de nervios corneales en el estroma más profundo. Por lo tanto, el consejo es que el clínico debe volver a revisar estos casos con regularidad, aunque el propietario sienta que el ojo de su perro está mejorando.

La uveítis es la octava afección que desentraña el oftalmólogo veterinario, este problema se refiere a la inflamación del tejido uveal. “La uveítis anterior es la inflamación del iris (iritis) y del cuerpo ciliar (ciclitis); la uveítis posterior es la inflamación de la coroides. La panuveítis es la inflamación de las tres porciones de la úvea”, enumera.

Los signos clínicos específicos de la uveítis son la fotofobia, el brote acuoso, la fibrina de la cámara anterior, los precipitados queráticos, el hifema, el hipopión, la inflamación del iris, la rubeosis iridis, los nódulos del iris, la miosis y la disminución de la presión intraocular. Las opciones de tratamiento son corticosteroides tópicos, antiinflamatorios no esteroideos tópicos, corticosteroides sistémicos, AINE sistémicos y fármacos inmunomoduladores sistémicos. 

“En caso de sospecha de uveítis, realice siempre una exploración física general exhaustiva, ya que algunas enfermedades sistémicas se presentan al clínico con signos oculares, como por ejemplo el linfoma”, aconseja Rhodes.

GLAUCOMA Y CATARATAS EN PERROS

La novena dolencia abordada es el glaucoma. En este caso se trata de un complejo de acontecimientos patológicos que surgen como resultado de la elevación de la presión intraocular por encima de los límites normales. “El efecto más precoz se produce en la cabeza del nervio óptico y la retina, lo que conduce a la pérdida de visión, que puede llegar a ser rápidamente irreversible”, alerta el veterinario.

Los signos clínicos (agudos) son presión intraocular elevada, dolor, congestión/hiperemia epiescleral/conjuntival, pérdida de visión en el ojo afectado, edema corneal, midriasis y reducción del reflejo pupilar directo a la luz.

Por su parte, el tratamiento incluye análogos tópicos de las prostaglandinas (tratamiento de primera línea, como Travoprost y Latanoprost), inhibidores tópicos de la anhidrasa carbónica (como Brinzolamida), tratamientos tópicos combinados e intervención quirúrgica. 

“Si el globo ocular está obviamente agrandado, significa que el glaucoma es crónico (de semanas a meses) y, aunque esta afección puede ser molesta, no es una urgencia. Sin embargo, los casos agudos de glaucoma requieren atención urgente y/o derivación, con el fin de reducir la presión intraocular y preservar la visión”, es el consejo clínico en esta enfermedad.

Por último, el veterinario aborda las cataratas, una afección en la que se enmarca cualquier opacidad del cristalino o de la cápsula del cristalino. “Las cataratas se describen como incipientes (<10% del cristalino afectado), inmaduras (>10% del cristalino pero reflejo tapetal presente), maduras (reflejo tapetal no presente) o hipermaduras (cápsula del cristalino "arrugada" e irregular), así como por su posición dentro del cristalino (capsular, subcapsular, nuclear, cortical, anterior/posterior o polar)”, enumera Rhodes.

El tratamiento consiste en una intervención quirúrgica o en la gestión médica de la uveítis inducida por el cristalino mediante AINE tópicos, como el bromfenaco.

Para esta dolencia, el oftalmólogo veterinario ofrece dos consejos clínicos. En primer lugar, que “los perros con cataratas diabéticas pueden tener muy buenos resultados postoperatorios con cirugía de cataratas mediante facoemulsificación. Sin embargo, es muy importante la derivación precoz (incluso si la diabetes mellitus no está totalmente estabilizada) para evitar complicaciones asociadas a la uveítis inducida por el cristalino”. 

En segundo lugar, que, para diferenciar entre una catarata verdadera y una esclerosis nuclear (aumento de la densidad del cristalino relacionado con la edad), hay que realizar una oftalmoscopia directa a distancia con el dial a cero. “Una catarata aparecerá como una opacidad negra dentro del reflejo tapetal”, concluye.

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